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BAHIA SOLANO, Colombia – Cada verano, miles de turistas llegan a la ciudad colombiana de Bahía Solano para experimentar la emoción de observar ballenas jorobadas mientras migran desde las frías aguas del Pacífico Sur hacia las más cálidas aguas de Colombia.
La ciudad está situada en una parte remota de la costa cubierta por densos bosques tropicales, hogar de monos, tucanes y coloridos dardos venenosos. Pero la atracción principal son las ballenas jorobadas que migran a la zona entre julio y octubre de cada año.
Bahía Solano, construida a lo largo de una bahía en forma de U, se ha convertido en uno de los avistamientos de ballenas jorobadas más populares de Colombia. Cada verano, la ciudad de 10.000 habitantes recibe la visita de miles de visitantes que abordan pequeños barcos de pesca que se acercan a los gentiles gigantes.
El avistamiento de ballenas ayuda a incrementar los ingresos de embarcaciones, hoteles, agencias de viajes y restaurantes. Los animales también son importantes para el ecosistema local porque fertilizan las algas de las que dependen los peces pequeños.
Los mamíferos marinos pesan entre 20 y 40 toneladas y miden unos 16 metros de largo, dijo el biólogo marino Esteban Duque Mesa.
«Ver ballenas para mí es como estar en un lugar sagrado», dijo Duque Mesa, quien ha estudiado a los animales durante años. «Cuando estamos con ellos percibimos su inmensidad y también nuestra pequeñez, es un momento de absoluta conexión espiritual».
Las ballenas también son una fuente de inspiración para el artesano embera Medardo Machuca, quien ha estado haciendo tallas de madera de ballena durante las últimas dos décadas y vendiéndolas a los turistas.
«Las ballenas tienen un misterio y son hermosas», dijo Machuka. Reconoció que la competencia de otros artesanos ha aumentado recientemente, pero agregó que durante la temporada de avistamiento de ballenas logra vender cinco o seis tallas por día.
El capitán de la embarcación, Luis Hernando Hurtado, dijo que el avistamiento de ballenas le ha dado la oportunidad de conocer gente de todo el mundo y vivir momentos memorables.
«Hace poco tuvimos un grupo de ballenas, unas ocho, que nadaron debajo de nuestro barco durante más de una hora», dijo. «Hicieron hermosos acercamientos. Intentamos mantener la distancia con ellos, que debería ser de 100 metros, pero seguían acercándose a nosotros y estaban prácticamente al lado del barco.
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