Anthony Green, capitán del Airbus de United Airlines. Sonder Vizuals @sondervizuals
Foto de Deontay Wright
«Mi nombre es Anthony Green y tengo 29 años». Esta sencilla introducción abre una ventana a una extraordinaria historia de resiliencia, adaptabilidad y ambición creciente. Green, un orgulloso inmigrante guyanés, atravesó una difícil transición a los Estados Unidos en 2011. en septiembre. Su viaje desde las bulliciosas calles de Brooklyn hasta la cabina de una importante aerolínea, United Airlines, es un testimonio de determinación y del poder para aprovechar oportunidades inesperadas.
Adaptarse a una nueva vida
El traslado de Guyana a Nueva York fue difícil para el joven Greene. Un acento guyanés desconocido y un sistema escolar que sólo reconocía parcialmente su educación anterior provocaron reveses. A pesar de estos obstáculos, Green se mantuvo resistente y centrada en sus objetivos. «Fue un poco difícil porque, como mucha gente sabía, con el acento guyanés, la mayoría de la gente en Estados Unidos no entiende cuando hablamos», recuerda. A pesar de estos obstáculos, la perseverancia de Green brilló y se graduó de la escuela secundaria en 2013.
Un encuentro casual en Jamba Juice
Después de la secundaria, las aspiraciones de Greene fluctuaron entre convertirse en cirujano o abogado. Pero el destino tenía otros planes. Mientras trabajaba en Jamba Juice, entró un piloto de Delta Airlines. Intrigado por la elegante apariencia del piloto y su tentador horario de trabajo de sólo 11 vuelos internacionales al mes, se despertó la curiosidad de Greene. Una búsqueda rápida en Google y una audaz solicitud de una tarjeta de presentación de piloto lo pusieron en una nueva trayectoria. La semana siguiente, Greene tomó un vuelo de descubrimiento en el aeropuerto de Long Island y su pasión por volar despegó.
Convertir los sueños en realidad
Con determinación renovada, Green se matriculó en la escuela de vuelo a los 18 años y completó su formación en un año, obteniendo las diversas licencias necesarias para convertirse en piloto comercial. «Desde que entré en la escuela de vuelo, me llevó alrededor de un año obtener todas mis habilitaciones», explicó. Además de su formación de vuelo, obtuvo una licenciatura en gestión empresarial, lo que le proporcionó una sólida base educativa.
Vuela alto
Hoy, Green ha sido piloto durante casi una década. Reflexionando sobre su viaje, comparte: «Estoy feliz de que cuando regrese a casa, sea algo a quien la gente pueda admirar y considerar como un modelo a seguir». Su gratitud va dirigida a su padre y a su madrastra, cuyo apoyo inquebrantable ha sido fundamental para su éxito. La historia de Greene es un rayo de esperanza, especialmente para los inmigrantes jóvenes y las comunidades subrepresentadas.
Devuelve y sigue adelante
A pesar de sus logros, Greene se mantiene firme y comprometido a retribuir. Sus consejos a los jóvenes se hacen eco de su camino. «No siempre te ciñas a las carreras que la gente te dice que deberíamos seguir… A veces es mejor dedicarse al comercio; a veces es mejor sentarse y descubrir qué quieres ser», aconsejó Green. Es mentor de niños pequeños en el área del DMV y de cualquier otra persona que busque su camino.
El cielo no es el límite para Anthony Green. es sólo el comienzo. Su historia es un poderoso recordatorio de que con determinación, apoyo y un poco de suerte, los sueños realmente pueden volar.
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