Un hombre vestido de negro, descalzo y sentado en una silla de plástico habla a la cámara del celular de sus secuestradores. Esto es como prueba de vida. Dice que está bien y le pide a su familia que consiga el dinero que piden sus captores, para poder comprar su libertad.
Heriberto Urbina tiene 86 años. Desde abril vive su tercer secuestro. La familia teme por su salud. El fenómeno del secuestro nunca ha desaparecido por completo en Colombia… pero en el último año la tasa de incidencia se ha duplicado.
Urbina ha dedicado toda su vida a la ganadería. Hasta el día del secuestro, trabajaba en su finca desde el amanecer hasta el anochecer. Estaba comprando combustible en Curumaní -en el norte del departamento (región) de César- cuando de repente aparecieron varias motos. tres hombres armados se apearon y caminaron hacia el vehículo de Urbina, apuntándolo con un arma. Pensó que se trataba de un robo y se bajó de su camioneta sin oponer resistencia.
Con el uso de amenazas, lo pusieron en el asiento trasero. Dos hombres se sentaron a cada lado de él, apuntándole con sus armas a la cara. El vehículo se movió lentamente por el camino lleno de baches, sin que ningún oficial de la ley se diera cuenta. Seguidos por las tres motos, se adentraron en las montañas de la Serranía del Perijá. Una vez que se alejaron del lugar del secuestro, los secuestradores quemaron el vehículo de Urbina y todos continuaron el viaje en motocicletas. La familia contactó a las autoridades militares y, esa misma noche, los pilotos sobrevolaron la zona con aviones. Al día siguiente, usaron un helicóptero… pero en un terreno tan vasto, no pudieron encontrar ni rastro del granjero.
El 24 de abril fue el comienzo de una transición tortuosa, no solo para Urbina, sino también para su familia. La mayor preocupación era que su ya deteriorada salud pudiera empeorar, debido a condiciones preexistentes que lo aquejan. “La angustia es que estos hombres han secuestrado a una persona que tiene los días contados”, lamenta uno de sus familiares.
Los secuestradores exigen una suma de dinero que la familia no tiene. “Se va a morir y será por tu culpa”, dicen amenazantes cada vez que llaman a los familiares de Urbina. Aunque los captores se han identificado como miembros del Clan del Golfo (un grupo paramilitar), la comunidad señala a los guerrilleros del ELN como los autores materiales del secuestro. El ELN no se ha pronunciado sobre el caso, pero miembros del Clan del Golfo han negado extraoficialmente su participación en el secuestro.
En 1997, Urbina vivió su primer secuestro, a manos de insurgentes del ELN. Estuvo cautivo durante nueve meses y 21 días. Y, un año después, fue interceptado por guerrilleros de las FARC en una carretera, en uno de los tranques ilegales del grupo. Esto también fue con el propósito de extorsionar.
Las estadísticas más recientes del Ministerio de Defensa de Colombia muestran que, entre enero y marzo de 2022, 35 personas fueron secuestradas en todo el país, mientras que en el mismo período de 2023 ha sido más del doble de esa cifra. 71. El secuestro de Urbina no se incluye en esta cifra, porque ocurrió en abril. El mismo informe indica que, en todo 2021, se perpetraron 160 secuestros. Al año siguiente fueron 222, lo que representa un aumento del 38%.
En Colombia, los secuestros pueden ser con fines políticos, como el reciente caso del policía Dayan Edmundo Poto -que el ELN ha reconocido- y con fines de extorsión, como el de Heriberto Urbina. Ambos tipos de secuestros han aumentado en los últimos dos años. El gobierno y el ELN han estado en negociaciones de paz, aunque no se ha llegado a un cese al fuego. Según Luis Trejos -docente de la Universidad del Norte y especialista en estudios de violencia y paz- se están dando secuestros políticos por el control de territorios. Estos secuestros tienden a durar períodos más cortos, mientras que los secuestros motivados por la extorsión son más silenciosos y prolongados.
En su peor momento, Colombia reportó hasta 3.500 secuestros al año, cuando las guerrillas y los grupos paramilitares usaban la extorsión para financiar sus guerras. Las FARC fueron responsables del 33% de los secuestros, según un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica. El secuestro no sólo implica la pérdida de la libertad, sino también “la convivencia cotidiana con la muerte, el encarcelamiento en condiciones indignas, la pérdida de la autonomía, la eliminación de la intimidad, la separación de los seres queridos [and] el abandono de los propios proyectos… junto con sentimientos de incertidumbre, soledad, miedo y desesperanza”, señala el informe final de la Comisión de la Verdad, que constató que, durante el conflicto armado en Colombia, hubo alrededor de 80.000 víctimas de este crimen .
Con la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC, los secuestros -y todas las formas de violencia- se redujeron sustancialmente. Pero César es uno de los departamentos donde más se da este fenómeno. En la zona donde fue secuestrado Urbina están presentes el Clan del Golfo, la guerrilla del ELN y disidentes de las ahora disueltas FARC. La Oficina del Defensor del Pueblo ha establecido mecanismos informales de seguridad y vigilancia privada para ayudar a proteger a las personas que están afiliadas a la agricultura en grandes parcelas de tierra.
La familia de Urbina no ha podido llegar a un acuerdo con los secuestradores, porque el rescate que exigen es exorbitante, superando con creces el valor de los bienes que poseen. Y, con el terror que ha generado este hecho, nadie quiere siquiera comprar tierras, invertir en el campo o comprar ganado, según los habitantes de la región. El Defensor del Pueblo, Carlos Camargo, ha manifestado su preocupación por la situación de Urbina, dada la edad y estado de salud de la víctima.
“El secuestro es consecuencia del continuo conflicto armado en las regiones, donde los enfrentamientos [continue, as does] la violación de los derechos humanos de la población civil», explicó Camargo.
¿Por qué se han disparado los secuestros?
La sobreproducción de la hoja de coca en Colombia provocó la caída de las ventas en el mercado negro, desatando la miseria en las zonas de cultivo. Los grupos armados ilegales que manejan los negocios de siembra ilícita y procesamiento de estupefacientes han recurrido a otra fuente de ingresos. secuestro. Esta es una de las hipótesis de Luis Trejos.
“El narcotráfico es una cadena de varios eslabones… de ella come todo el mundo. Cuando se detuvo la siembra y procesamiento de coca, varios eslabones quedaron sin ingresos. Esto provocó que muchas organizaciones criminales -que alguna vez obtuvieron la mayor parte de sus ingresos del narcotráfico- recurrieran al secuestro”, explica.
Trejos cree que también ha influido el deterioro de las situaciones de seguridad que se iniciaron durante la gestión presidencial de Iván Duque (2018-2022), han reaparecido viejas prácticas delictivas que parecían superadas. Sin embargo, enfatiza que el secuestro no debe verse desligado del delito de extorsión, que también va en aumento. El experto señala que también se están produciendo secuestros con fines de extorsión en territorios donde no se produce coca. En general, los grupos criminales buscan otras formas de financiamiento.
Hasta hace unos días, Urbina era el secuestrado más viejo del mundo… pero ahora acaba de ser secuestrado el ganadero y abogado Sanín Mena, de 87 años, también en el departamento de César. En los municipios de esta región reina el silencio, los comentarios se hacen de forma anónima.
“Aquí, a las siete de la noche, no queda un alma en la calle. Lo que estamos viviendo es terror”, dice a EL PAÍS un líder comunitario, que no quiere ser identificado. En una publicación que circula en redes sociales -cuyo origen se desconoce- se puede leer la siguiente amenaza: «Vamos a empezar la limpieza. Prepárense, Chiriguaná, Curumaní, Pailitas”, en referencia a ciudades de la región.
«Pensamos que el secuestro era cosa del pasado… pero entonces, ¡sorpresa!» dice un habitante de Chiriguaná. Algunos colombianos creen que el país ha retrocedido; que la violencia y la guerra vuelven para iniciar un nuevo ciclo. Que todavía no es el momento ni el lugar para la paz.
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